quarta-feira, 1 de abril de 2015

Por su vestimenta, ¿Lo reconocerán?

Me encontraba el otro día leyendo un titular de prensa, en el cual destacaba la presencia de un Párroco en un evento deportivo, con retrato a color, incluido en el reportaje. Después de mirar detenidamente durante un rato la fotografía, me preguntaba, cual de los cuatro podía ser el cura. Todos iban de traje, así que primero aposté por los que llevaban la corbata más sobria, pero cuando leí el pie de foto, comprobé que me había equivocado. De traje, corbata de color, copa en mano, y brindando… ese, era el Sacerdote. ¿Es esa la presencia que tiene el clero hoy en día, en nuestra sociedad? ¿Dónde está la congruencia entre un titular que destaca una condición Sacerdotal y un hombre que la oculta, o se mofa de ella?
Se habla de lo que supone para el Sacerdote llevar Clerygman o Sotana, pero, ¿A los Laicos nos aporta algo, verlos así, o nos resulta indiferente como se vistan? ¿Puede ser una importante catequesis para todos nosotros, el ver a un Presbítero llevando con orgullo el distintivo Sacerdotal?
Igualdad, pregonaban los precursores del Concilio Vaticano II y cual ministros del gobierno español de los años 80, lanzaban la tirilla del cuello por los aires y se ponían la chaqueta de pana. ¡Relación horizontal con las ovejas!
No encuentro nada recriminable en que los Sacerdotes acudan a eventos públicos, tales como el teatro, el cine, el fútbol…De hecho, recuerdo un gran Abad, que era uno de los hombres más destacados en los eventos deportivos, pero, siempre llevaba visible, su condición Sacerdotal, dando testimonio de su entrega a Dios. ¿No es posible combinar ambas facetas? Desde luego, lo normal no es estar de fiesta en fiesta y mostrando una vida frívola, en disonancia con la austeridad propia del Ministerio, pero en caso de tener que acudir a algún evento, ¿Por qué ocultar algo tan hermoso y puro, como es la vocación que llevan impresa en su alma? Que contrariedad, que se nos insista todos los días a los Laicos, en que demos testimonio con nuestra presenciaen los distintos ambientes de nuestra sociedad y que justamente, sean, los que nos lo dicen, los que renieguen de ello. ¿Ejemplo o contraejemplo?
El otro día, comentando con una amiga las fotos de un cura en las redes sociales, en bañador y en una piscina pública, ella, me decía que le parecía bien, que tenían que ser como nosotros, normales…como si lo cotidiano fuera pasarse el día en traje de baño y mostrarse al mundo en ropas menores… ¿A qué le llamamos normalidad? ¿Es que acaso, lo anormal, hoy en día, es lo normal? ¿Es que lo habitual y común, es poner fotos íntimas y de mal gusto, en un perfil público de Internet? ¿Qué ejemplo da un Presbítero en tamaña situación? Lo lógico y recomendable, sería, que se vistieran con la sotana y dieran testimonio de una vida acorde al Evangelio. ¿Se puede llamar gravedad Sacerdotal, a lucir cuerpo en una web pública, cual si fueran Greg Lugannis en un concurso mundial de saltos de trampolín? Menos piscina y más Sagrario, ese es el ejemplo que necesita el Pueblo de Dios. Eso debería ser la normalidad, la vida de oración y recogimiento
La semana pasada, en un hospital, cuando salió el médico a llamar al paciente, me llamó la atención, estaba completamente de negro y pensé para mi, “parece un cura” y a la persona que estaba conmigo le dije, “el mundo del revés”. Y es así, se supone que el médico ejerce una profesión y hasta la fecha, llevaban la bata blanca que los diferenciaba del resto de los mortales y ¿Para qué, esa diferenciación? Sencillamente porque el paciente necesita saber o sentir que está ante un médico, queremos tener la seguridad, aunque la ropa no sea prueba fiable de nada, de que la persona que nos está atendiendo, es un profesional de la medicina y con su bata blanca nos hace pensar, en lo que deseamos lograr: la sanación del cuerpo. ¡Cuánto más importante será ese distintivo, si pensamos en la curación del alma!
El Sacerdote, no ejerce una profesión, lleva implícita una vocación que ha elegido libremente y por ello, su vida, no debe de estar dividida en dos facetas,la pública y la privada. Ahora me pongo la Casulla para oficiar, ahora me pongo en pantalón corto para la excursión de la Parroquia y ahora la camisa de cuadros para atender el despacho parroquial ¡Cuánta estupidez! ¿Se trata de representar distintos papeles? ¿Es acaso la función Sacerdotal, una función teatral?
¿Qué nos supone o qué nos deja de suponer a los Laicos, ver a un Sacerdote con Clerygman o Sotana? Primeramente una referencia, un hombre que vive entregado a Dios y a sus ovejas. Hace poco en una Iglesia, una señora le preguntaba al Párroco, por el Párroco, parece un juego de palabras, pero así es, ella, NO lo diferenció del resto de las personas que estaban allí. En el polo opuesto, observaba a alguien que le besaba la mano a un Laico, al confundirlo con un Sacerdote. ¡Así está el patio! Curas que parecen laicos y laicos que se confunden con curas.
Mientras miles de Presbíteros están siendo asesinados en el mundo, por dar un testimonio público de su condición de Cristianos, en nuestros países, que el único peligro que corren es el mismo que cualquier mortal, que nos insulten por la calle, ocultan su condición y desobedecen a la Iglesia, incumpliendo las normas prescritas. La historia de la Iglesia nos demuestra que no siempre el traje talar o el clerygman  fueron  las prendas utilizadas, sino que hubo una evolución, pero, lo que es seguro, es que siempre se diferenció la condición Sacerdotal y a día de hoy, está recogido en el Código de derecho Canónico, con lo cual, su incumplimiento, sólo nos hace pensar en una falta de amor a la Iglesia y un mal ejemplo para nosotros, que deberíamos ver en los Sacerdotes, un modelo a seguir, en nuestro camino a la Santidad. ¿Cómo podemos rezar para que haya vocaciones, si ni siquiera hay un referente visual para los jóvenes? ¿Cómo nos hablarán de Dios, si reniegan de Él, en detalles tan pequeños? Como diría mi compañero, el Padre Juan Manuel, ¡Viva la Sotana!
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