quinta-feira, 25 de setembro de 2014

El Padre San Pío de Pietrelcina, la Espiritualidad, el Vaticano II y el Novus Ordo Missae

El Padre San Pío de Pietrelcina, la Espiritualidad, el Vaticano II y el Novus Ordo Missae

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Título: El Padre San Pío de Pietrelcina, la Espiritualidad, el Vaticano II y el Novus Ordo Missae
Autor: Fr. Jean, OFM
Tomado del sitio de la FSSPX distrito EEUU. Originalmente impreso en la revista ‘The Angelus’ de mayo de 1999
Traducción: Alejandro Villarreal de B&T -2011-
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El Padre Pío (25 de mayo de 1887 – 23 de septiembre de 1968) fue beatificado el 2 de mayo de 1999 por el Papa Juan Pablo II. El es el único sacerdote, que se conozca, que hubo recibido todos los estigmas. El nunca celebró el Novus Ordo Missae.
El último año de este decadente siglo verá la beatificación del Padre Pío, el santo monje a quien Dios envió como signo de nuestra época. Desde hace mucho tiempo ya, se nos ha querido hacer creer en una nueva Iglesia “carismática”, extrañamente, no encontramos en ésta ningunos santos que obren maravillas, como aquellos que conocemos de toda la historia de la Iglesia, desde Pentecostés. Padre Pío parece ser el más cercano a esta procesión de santos, con una labor magnífica, siendo el único sacerdote que ha llevado los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo.
Mucho se ha escrito acerca del Padre Pío, más de 600 trabajos, y parece que los autores siempre han enfatizado el lado extraordinario de su vida. No sólo por sus carismas particulares, leer las almas, la sanación, traer a las personas de la muerte, la bilocación, los éxtasis, despedir un olor agradable en particular, profetizar, etc., sino también por sus increíbles sufrimientos que le duraron desde su tierna niñez, las persecuciones que sufrió por parte de muchos hombres de la Iglesia e incluso sus hermanos en la religión, así como sus dos notables obras de caridad: la fundación de la ‘Casa Alivio del Sufrimiento’ y sus grupos de oración.
En resumen, el se presenta ante nosotros como un “santo” más digno de admiración que de imitación, así que, finalmente, pasamos por alto las más interesantes lecciones para ser aprendidas de su vida y las aplicaciones prácticas que podrían transformar nuestras propias vidas. Trataremos, por lo tanto, aunque imperfectamente, plantear algunas de esta lecciones, esperando que todos podamos obtener un beneficio de éstas, y que el Padre Pío, desde lo alto de los cielos, nos socorra a todos, como prometió a todos quienes quisieron ser parte de sus “hijos espirituales”.
El alba de esta vida, totalmente consagrada a Dios y a las almas, se situó en una familia devota y numerosa, donde la abnegación de cada miembro suavizaba y transformaba lo áspero de la vida diaria. Aquí podemos ver cómo se confirma lo dicho por el Obispo de Segur, que es en las familias con una falta del espíritu de sacrificio, donde las vocaciones están en riesgo de perderse. Bautizado un día después de su nacimiento, una gracia por la que estuvo agradecido toda su vida, el Padre Pío fue cristianizado con el nombre de Francesco, presagio de su vocación franciscana, la cual descubrió cuando un monje capuchino visitó a su familia con el propósito de pedir alimentos para el convento. Incluso en esa ocasión, su vocación no estaba decidida, no sin causarle una lucha interna:
“Siento dos fuerzas que chocan dentro de mí, rasgando mi corazón: el mundo me desea para él y Dios me llama a una nueva vida. Sería imposible describir este martirio. El sólo recuerdo de esta batalla interna hiela la sangre de mis venas…”LEER...