sexta-feira, 17 de janeiro de 2014

Fr.Muatiel : el silencio es la liberación de ese Dios que está escondido, que está oculto en nuestro corazón.

LLlLlllO QUE BROTA DEL SILENCIO
Y la esperanza
no quedará confundida,
pues
el amor de Dios
se ha derramado
en nuestros corazones
por virtud
del Espíritu Santo,
que nos
ha sido dado.
(Rm 5,5)



Es el silencio el que nos conduce, el que permite que lo de dentro… lo que ha sido derramado empiece a fluir. No hay que infiltrar, hay que permitir que salga, no hay que infiltrar el amor, el amor ya ha sido derramado, no hay que introducir nada, no hay que meter nada. El amor ya está ahí. Lo decía muy bellamente y muy brevemente San Pablo: “el amor ha sido derramado en nuestros corazones”.
¿Qué pasa? Que a veces el amor está ahí como que oculto, como que tapado, como que blindado, herméticamente cerrado porque no le permitimos brotar, no le permitimos manar, emerger. Lo nuestro es permitir que brote, lo de dentro siempre es inédito.

Un día os decía que el silencio siempre es inédito, no lo que me escucháis a mí, sino lo que brota de vuestro corazón, porque lo bueno de una aventura espiritual no es lo que… en el camino alguien nos dice, sino lo que nosotros vamos permitiendo que brote de ese amor que ha sido derramado en nuestro corazón.

Y siempre es nuevo, siempre es algo inédito, como el agua que brota de una fuente, siempre es inédita,

siempre es nueva el agua.

La luz que nos llega del sol también es nueva.


Una de las gracias del silencio es permitir que brote el amor que va derramado en nosotros.


- Extraído de un encuentro.

VOCACIÓN SILENCIOSA
VOCACIÓN SILENCIOSA
Cada uno tiene su modo de andar. Cada uno tenemos nuestro paso, cada uno tenemos nuestro ritmo y el saber respetar el ritmo del otro y el saber respetar la natura del otro pues, es un artículo de primera necesidad, en una andadura que por otra parte podemos hacer en compañía de alguien. Y por eso no hay dos modos iguales de subir.
Felizmente Dios no se ha agotado ni en nuestro Padre, ni en San Juan de la Cruz, ni en Santa Teresa, ni en Santa Catalina… Dios no se ha agotado. Los modos de acercarnos a su misterio son… inacabables, quizás el pretender imitar, pues sea… no un acierto, sino un desacierto, hay que dejar que lo de dentro fluya, que lo de dentro salga y entonces saldrá la originalidad, lo singular de cada uno.
Hay una palabra que es muy frecuente en el campo religioso, me refiero a la palabra interiorizar. Hoy se usa mucho esta palabra. Os confieso que siempre me suena como que tuviéramos que meter algo dentro. -Vamos a interiorizar este salmo- y entonces como que el salmo hubiera que infiltrarlo. Si es todo lo contrario, es al revés. Hay que permitir que el salmo de cada uno aflore, que el canto de cada uno salga. No hay que meter nada dentro, porque todo está ya dentro. Lo nuestro es permitir que lo de dentro pueda emerger y pueda fluir. Por eso os decía que el silencio es la liberación de ese Dios que está escondido, que está oculto en nuestro corazón.
Una aventura espiritual no es para colectivos, no es para una agrupación,
no es para un gremio… ¡no!. Pues ahora todos andar por aquí, pues ahora todo este grupo,
todo este gremio… toda esta institución… pues no!, no es para colectividades es para individualidades,
cada uno es el que tiene que tomar la decisión,
cada uno es el que debe sentirse convocado y llamado.
No es que nosotros hayamos elegido el silencio,
sino que es el silencio el que nos ha elegido. Que es distinto.
Es el silencio.
Es una vocación silenciosa la que ha llamado al corazón y
nos ha traído a andar por aquí. Sencillamente. Pero, a veces,
este afán colectivista nos lleva a esto… como si fuera para las naciones,
para todo un grupo, para toda una institución o para toda una religión y no!…
cada uno tiene que ver en su sinceridad y en su transparencia
el camino del Señor.

Y saber una cosa muy sencilla:
que el hombre se hace a si mismo, cuando regresa a si mismo.
El hombre se hace cuando vuelve a su corazón.
Hoy se habla mucho de realizarse… pues el hombre se realiza cuando regresa a su corazón.
El hombre se realiza, como el hijo pródigo, que por fin regresa… ¡me levantaré e iré a mi padre!
En realidad el silencio es ir a nuestro Padre, a nuestro Padre que es el origen de la vida.
Y saber una cosa muy sencilla:
que el hombre se hace a si mismo, cuando regresa a si mismo.
El hombre se hace cuando vuelve a su corazón.
Hoy se habla mucho de realizarse… pues el hombre se realiza cuando regresa a su corazón.
El hombre se realiza, como el hijo pródigo, que por fin regresa… ¡me levantaré e iré a mi padre!
En realidad el silencio es ir a nuestro Padre, a nuestro Padre que es el origen de la vida.
- Extraído de un encuentro.
 
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