domingo, 29 de agosto de 2010

Venerable Pio XII : «El mediador entre Dios y los, hombres» (I Tim., 2, 5), el gran Pontífice que penetró en las cielos, Jesús, el Hijo de Dios,durante su morada en la tierra, no sólo anunció el comienzo de la Redención y declaró inaugurado el Reino de Dios, sino que se dedicó de lleno a procurar la salvación de las almas con el continuo ejercicio de la oración y su propio sacrificio, hasta que en la cruz se ofreció Víctima Inmaculada a Dios para limpiar nuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios vivo.


 

"Mediator Dei"
Sobre la Sagrada Liturgia
20 de noviembre de 1947


A los Venerables Hermanos Patriarcas, Primados, Arzobispos, Obispos y demás Ordinarios en paz y comunión con la Sede Apostólica
Venerables Hermanos Salud y Bendición Apostólica.
INTRODUCCIÓN
I. Los fundamentos de nuestra liturgia
A). NOTA LITÚRGICA DE LA REDENCIÓN
1. «El mediador entre Dios y los, hombres» (I Tim., 2, 5), el gran Pontífice que penetró en las cielos, Jesús, el Hijo de Dios, al asumir la obra de Misericordia, mediante la cual enriquece al género humano con beneficios sobrenaturales, deseó sin duda restablecer entre las hombres y su Creador aquélla relación de orden -que el pecado había perturbado y conducir de nuevo la mísera descendencia de Adán, manchada por el pecado original, al Padre celestial, primer principio y último fin.

2. Y por esto durante su morada en la tierra, no sólo anunció el comienzo de la Redención y declaró inaugurado el Reino de Dios, sino que se dedicó de lleno a procurar la salvación de las almas con el continuo ejercicio de la oración y su propio sacrificio, hasta que en la cruz se ofreció Víctima Inmaculada a Dios para limpiar nuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios vivo.

3. Así todos los hombres, felizmente rescatados del camino que los arrastraba a la ruina y a la perdición, fueron nuevamente encaminados a Dios a fin de que con su colaboración personal al logro de la propia santificación, fruto de la Sangre del Cordero inmaculado, diesen a Dios la gloria que le es debida.